28 de agosto de 2011

Ahórrate las formalidades.


Las sábanas blancas estaban totalmente lisas debajo del edredón verde apagado de la cama, adornado por seis cojines de diferente tamaño en un dorado que iba degradando.
Camille estaba sentada en el sillón del mismo color que el edredón, con las piernas cruzadas, ropa interior roja de encaje y unos tacones negros de más de quince centímetros. Su larga melena dorada caía hasta debajo de sus pechos, ondulada, brillante.
Al otro lado de la habitación, alguien golpeó la puerta con dos golpes, seguidos y fuertes.
-Adelante, está abierto.
Un hombre pelirrojo, con pecas y ojos azules apareció en la habitación. Camille se revolvió en el sillón, provocativa. Él se mordió el labio, aquella mujer era más de lo que esperaba, era despampanante.
-¿Por qué no te acercas y lo pasamos bien? -la mujer, pícara, se levantó acercándose a su invitado.
-Soy Roberto.
-Shhhhhhh-dijo ella poniendo un dedo en la boca de él, para hacerle callar-. Ahórrate las formalidades.