5 de agosto de 2011

Jugando con la oscuridad.

Las luces del coche hacían que éste fuese la llama que alumbraba la noche. La tormenta había pasado, pero el coche seguía veloz, jugando con la oscuridad.
Laurence procuraba no mirar al conductor, Adam intentaba no mirar a su copiloto, sino los nervios les jugarían una mala pasada.
Avanzaban rápidamente, hasta que el conductor divisó una gasolinera, en la que decidió parar.
La noche era fría. Laurence bajó del coche y él le cedió su chaqueta, caballerosamente. La oscuridad escondió la sonrisa de la chica. Ella sacó dos máscaras gemelas de su bolso: un inocente conejo blanco, con mirada ambiciosa.
La pareja entró con decisión, sin mirar atrás, firmes. El hombre de la gasolinera los miró, sin saber lo que podría ocurrir a continuación:
- ¡Manos arriba! -dijo con malicia Laurence.

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